viernes, 22 de enero de 2010

METAS DE VIDA

Hoy me levanté temprano porque así lo decidí, me alisté, desayuné y poco a poco mis familiares fueron saliendo a sus trabajos con una idea más o menos predeterminada de la hora a la que debían empezar sus labores y las cosas que les esperan para hacer durante el día.Yo en cambio, tendré que decidir lo que haga sin que nadie me marque el rumbo.

Tengo una agenda y una lista de pendientes que reviso todas las mañanas, también sé que se me presentarán algunos imprevistos durante el día y en el camino tendré que decidir si cambio o no el rumbo que llevaba.

Sé que necesito ser diligente y perseverante para cosechar, pero las dos preguntas que me hago cada día son ¿en qué perseverar? y ¿cuándo es mejor cambiar el rumbo?


Hay que tener metas claras, pero en la vida hay muchas clases de metas y estas metas entre sí pueden competir por un lugar más alto en la lista de prioridades.

La forma más racional que he encontrado para tomar decisiones en mi consultorio sin desviarme de las metas que me propuse es tener definidos los siguientes elementos: (1) mis necesidades, (2) mis preferencias y (3) las preferencias de otros. Ser genuina en esto y manterme firme y clara requiere un esfuerzo constante.


(1) Esta es la forma en la que yo defino lo que necesito, defino primero lo que es valioso para mí: mi familia. Entonces, yo necesito garantizar el bienestar físico, emocional, mental y espiritual para mí y para mis seres amados. Parafraseando de nuevo a Salomón: no hay nada mejor para las personas que comer, beber y disfrutar del fruto de su trabajo con su familia.

(2) Existen otras cosas por las que me esfuerzo, pero tengo claro que esas son mis preferencias y no son necesidades. Se trata de si prefiero gastar todo lo que gané, o ahorrar una parte e invertir otra, o si prefiero trabajar mucho este día y estar con mi familia mañana, o si prefiero ofrecer ciertos servicios y otros no. El tipo de actividades que me facilitan alcanzar mis preferencias son las que puedo posponer cuando surge alguna necesidad importante. Así, cuando dos actividades compiten por atención sé que primero suplo necesidades y luego me encargo de las preferencias.

(3) Por otro lado, existen las preferencias de otros, estas pueden ser riesgosas si yo no tengo claras las metas de vida. Sin metas o necesidades definidas, las preferencias de la mayoría podrían confundirse con mis necesidades. Puede ser que para los amigos de la familia sea esencial usar ropa de cierta marca o hacer algún viaje fuera del país y, para algunos, tener un gran rótulo en su negocio o mercadearse de cierta manera es priorizado como "una necesidad básica"; pero esas en realidad son sus preferencias, no son nuestras necesidades ni tienen por qué ser nuestras preferencias. Las preferencias de la mayoría pueden ser mis preferencias algunas veces, pero eso no lo sabré si no tengo un rumbo claro.

Vivir la vida con una conciencia clara de quiénes sómos y hacia dónde vamos es una tarea que requiere un gran esfuerzo. La única forma de no perdernos en el camino es mirar hacia adentro todos los días, tomar unos minutos y pensar "¿para qué trabajamos?"

Cada vez que alguien quiera cambiar tu agenda, cada vez que te pidan un favor, cada vez que sientas presión por cambiar el rumbo de tu negocio, piensa en tus metas de vida y decídete por lo que te permita disfrutar al estar sólo y también al compartir con tus seres amados. Entonces estarás trabajando para vivir en vez de vivir para trabajar.

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